El falso camaleón (Polychrus acutirostris) y la razón del nombre
El falso camaleón es una de las especies que integran el género de lagartos trepadores Polychrus, de la familia Polychrotidae. Se distribuye por las regiones cálidas del centro y este de Sudamérica.
La etimología de su nombre específico, acutirostris, deriva del latín acutus, que significa 'agudo', y rostrum, que significa 'cara', le fue otorgado en referencia a la forma de su hocico.
Se distribuye por Brasil, Bolivia, Argentina y Paraguay.
No es un camaleón, ni siquiera están emparentados, pero ha generado una notable convergencia evolutiva, por lo que presentan características muy similares a los camaleones verdaderos, como por ejemplo sus movimientos lentos y pausados, sus curiosos ojos, los que pueden apuntar a distintos centros de atención y la capacidad de cambiar de color. Por estas razones es denominado comúnmente falso camaleón, o simplemente camaleón.
Pero a diferencia de los verdaderos camaleones, este lagarto no posee la lengua contráctil y pegajosa que utilizan los verdaderos para cazar a su presa, por lo que la manera en que obtienen su alimento es diferente. Para atrapar a su presa, el camaleón falso actúa sigilosamente, acercándose lo suficiente a su víctima, para luego atacar y asechar a la presa de un solo mordisco.
Es netamente arborícola, y su alimentación se basa mayormente en insectos, como pueden ser los mosquitos y las moscas, aunque también consume larva, polillas, mariposas y arañas.
El mimetismo perfecto que presenta hace difícil su observación en la naturaleza, ya que la pigmentación de toda su piel se transforma de acuerdo al ambiente en donde se encuentre, si está en un lugar con predominancia de blancos, se transforma a este color, mientras que, si está pegado a una rama, esta adquiere la pigmentación de la rama.
Como su hábitat forestal sufre un alarmante desmonte, junto a la pérdida del ambiente también desaparecen las poblaciones de este lagarto, otra de las especies maravillosas con la que contamos en nuestro país, y que si no reforzamos los esfuerzos de conservación corre el riesgo de desaparecer.
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