Se encuentra preferentemente en ámbitos linderos a algún espejo de agua, y en lugares poblados con densa vegetación se los puede encontrar recorriendo esteros y bañados en busca de insectos, gusanos, semillas y frutos, que componen una amplia dieta, casi omnívora.
Su coloración es bellísima, se distingue un color pardo en el lomo, canela fuerte en el vientre y un gris acerado en cuello y cabeza. Mide entre 40 y 45 cm de alto, su cola es corta y erecta. En su andar, tiene movimientos rítmicos y en comparación con otras gallinetas, el ypaka´a, aunque es capaz de volar, se resiste a despegar. Si la situación lo permite, prefiere huir al sotobosque para tratar de esconderse allí. Una vez en el aire, no tarda en bajar nuevamente de una forma torpe, ya que más bien se deja caer sobre un denso matorral.
Suele andar en pareja y si bien se lo puede ver frecuentemente y durante el día, es desconfiado y de hábitos crepusculares. Al caer el sol, realizan estridentes gritos (ipacaá!) a modo de contrapunto que son un clásico del atardecer chaqueño.
Si bien su nombre es onomatopéyico haciendo alusión al grito de llamada "ipeacaá-ipecaá". En Paraguay existe una interesante leyenda guaraní, que se basa en una maldición hecha por una mendiga, a una coqueta y adinerada señora, quien le había negado un poco de yerba, diciéndole en guarani ``opa ka?a `` que significa terminó la yerba.
"Ojalá que te conviertas en pájaro y escarbes tú también en procura de lombrices alrededor de las aguas, por tu crueldad de corazón" fueron las palabras de la anciana mendiga, y desde esa noche es conocido este nuevo pájaro de relucientes plumas.
¡Opa ka'a, ypaka'a! (terminó la yerba, acabó la yerba) -grita por entre los camalotes.