Según informa el medio argentino Infobae, el martes 8 del mes pasado, la niña de 11 años, ingresó a una sala especial del Cuerpo Médico Forense, que depende de la Corte Suprema. Respondió preguntas y dio su testimonio a una psicóloga en una cámara Gesell.
El motivo de la cita era una acusación de un delito particularmente brutal: su padrino, el futbolista Jonathan Fabbro, habría abusado de ella, forzándola a practicarle sexo oral, le habría eyaculado en la boca y tocado los pechos, en la casa de su abuela y en el auto del mediocampista. Los abusos no habrían sido en una sola ocasión, sino sostenidos en el tiempo; habrían ocurrido durante al menos cinco años.
La niña habló firme, resuelta. Respondió las inquietudes de la defensa de Fabbro que fueron transmitidas a la psicóloga, y preguntas de la psicóloga misma. Escribió parte de su relato. Además, graficó con muñecos los supuestos abusos cometidos por su padrino. Finalmente, ambos peritos de defensa y querella firmaron el análisis, en conformidad con la metodología.
Fuentes cercanas al expediente aseguraron a Infobae que la psicóloga del Cuerpo Médico Forense aseveró que los dichos de la niña son "verosímiles" en un muy alto grado y que la menor no fabula. Es decir, al acusar a Fabbro de delitos bestiales, de acuerdo a una evaluación de una perito de la Corte Suprema, la menor podría estar diciendo la verdad.
La calificación del expediente en el Juzgado de Instrucción N° 32 es la de abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo. En el caso de que el mediocampista sea juzgado y encontrado culpable podría recibir hasta 20 años de cárcel; 15 es el máximo por abuso, otros cinco años pueden ser agregados por el agravante de vínculo.
Por lo pronto, no hay un pedido de indagatoria, o una orden de arresto formalizada. Fabbro se encuentra lejos con un nuevo trabajo. Ayer por la noche debutó con su nuevo equipo, el Lobos BUAP de Puebla, México. El partido fue contra el Veracruz: el Lobos ganó, 1 a 0.